Lentamente desaparece el sol en el horizonte dibujado con vibrantes colores: rojo, anaranjado, amarillo y azul intenso adornan el firmamento.
El sol se oculta con gracia y naturalidad. Es que los atardeceres madrileños son de los más hermosos, eso lo confirmo cada tarde en mi pequeña ventana que da al Oeste. Así mismo es el otoño: melancólico, moribundo, silencioso, transitorio, entre lo frío y lo caliente.
Madrid es un sueño entre la nostalgia y la alegría. Esa melancolía de volver a la costa de la fantasía; esa felicidad de conocer el mundo que nos rodea.
Es pequeño el mundo y cuán pequeños somos. Caminando entre la multitud, perdidos entre las calles, somos polvo, no somos nada.
La soledad: esa oscuridad y falta de afecto, de toques, de cariño y palabras de afirmación, sentir que estás solo, que eres tú contra el mundo, el atardecer y el otoño.
"Esta muy romántica" dice Amarilis Recio.
ResponderEliminarPor mi parte me encanto esta forma de jugar con las palabras y hacer estos sencillos versos, que Dios te sigas bendiciendo.
Muy lindo Laurita!
ResponderEliminarGracias Mai :D
EliminarJajajaja! Pa' dile a mami que dio a luz a una romantica. :P
ResponderEliminarGracias Mairobi