viernes, 18 de mayo de 2012

Hijo del sol

Tiene el pelo dorado como el amanecer caribeño, ojos verdes y piel clara, aunque un poco quemada por los imperdonables rayos del sol.

Estaba sentado en el puente peatonal de la avenida Gómez con 27 de Febrero. A estas horas debería estar aprendiendo la tabla de multiplicar del 9, clasificando las palabras agudas, graves y esdrújulas o leyendo El Principito.

Su figura escuálida denota que no come arándanos, almendras, yogourt, hojuelas de maíz o lasagna de pollo. Cada vez que lo veo suspiro. El hambre, la miseria y el tráfico de niños pedigueños son males que azotan a mi país.

Él es el rostro del verdadero Santo Domingo, él es la evidencia de que por más elevados y túneles que construyan losgobernantes este pueblo carece de lo que realmente hace que un país avance: educación, alimentación, un techo digno para vivir y servicios de salud para todos.

Se gana la vida pidiendo. Tiene menos de diez años y la frase que más repite es: "deme algo ahí".

Me mira, saca su manita, veo sus uñas negras y largas. Quiero llorar, pero eso no calmará su hambre.

He leído y visto muchos reportajes sobre la mafia organizada detrás de estos niños pedigueños, entiendo que no debo darle dinero. Saco un pedazo de pan de maíz que llevo en mi lonchera, se lo extiendo y en sus labios se dibuja una sonrisa; porque aun en su miseria, no ha olvidado sonreírLe quita la envoltura y lo devora en cuestión de segundos.

Sigo mi camino y él continúa tirado en el pavimento, esperando que una mano generosa le dé para el almuerzo, porque su hambre siempre estará ahí.