miércoles, 4 de mayo de 2016

Actitud de vencedor








Cuenta la leyenda que cuando se construía la catedral de Notre Dame, los obreros trabajaban afanosamente en las tareas de la  edificación. Cierto día, pasó por allí un viajero que se detuvo a observar las obras.

Aquel curioso viajero se acercó a uno de los trabajadores que, maldiciente y con el rostro arrugado, levantaba una piedra enorme.

- ¿Qué está haciendo, buen hombre?, preguntó el viajero.

- Ya lo ve, levantando esta enorme piedra. Con este sol abrasador el trabajo resulta insoportable. Esto no hay quien lo soporte. Un día tras otro, un mes tras otro, año tras año. Unos días con calor, otros con lluvia y muchos con frío.

El viajero camina unos pasos y se acerca a otro trabajador que, después de golpear una enorme piedra con el pico, está levantándola con gran esfuerzo para colocarla sobre otra.

- ¿Qué hace usted, buen hombre?, pregunta al esforzado trabajador.

Molesto por la mirada del visitante y malhumorado por el terrible esfuerzo que acaba de realizar, contesta mientras se seca el sudor:
- ¿Es que no lo ve? Estoy levantando este interminable muro que, si Dios no lo remedia, acabará conmigo.

El viajero curioso avanza un poco más y se encuentra a un tercer trabajador que está realizando una tarea similar a la de los dos anteriores.

- ¿Qué está haciendo usted, buen hombre?, pregunta por tercera vez.

El trabajador, sonriente y orgulloso le contesta:
- Estoy construyendo una catedral, una obra de arte para la humanidad, un templo donde habitará Dios. Sin dudas, esta será una obra maestra. Me siento orgulloso del trabajo que estoy haciendo porque con mis manos construyo el futuro.

¡Cuán importante es nuestra actitud antes las adversidades! Nuestra actitud determina nuestro éxito o fracaso en las tareas cotidianas: es el viento que hace andar nuestra embarcación o la que tumba las velas y hunde la barca.

Los tres trabajadores estaban haciendo la misma tarea. Los tres recibirían el mismo salario, sudaban bajo el mismo sol candente y se mojaban en la misma copiosa lluvia. Los tres realizaban el mismo esfuerzo. Pero su actitud determinaba productividad ante esas pesadas piedras.

Ojalá que esta leyenda nos inspire a vivir hoy haciendo con pasión y alegría nuestro trabajo. Que esta historia nos motive a tener una actitud de vencedor.


‘‘Hagan lo que hagan, trabajen de buena con todo su corazón, como para el Señor y no para amos humanos, ya que usted sabe que va a recibir una herencia Del Señor como recompensa. Es a Cristo el Señor servís’’. Colosenses 3:23, 24