miércoles, 20 de marzo de 2024

Que tu voluntad sea fiesta en mí

Hace unas semanas atrás conversaba con un grupo de amigas sobre cómo alcanzar las metas e intentaba reflexionar con ellas que, más allá de plantearnos metas específicas, medibles, alcanzables, realistas y de duración limitada; es necesario aprender a someternos a la voluntad de Dios.

Desde los once o doce años de edad cada cierto tiempo me planteaba metas, planificaba proyectos y me visualizaba sobre lo que quería alcanzar y en quién me quería convertir cuando creciera. Procuraba orar al respecto pidiendo la bendición de Dios, sin embargo en la medida en que fui creciendo fui aprendiendo que Dios no solo desea bendecir mis planes, más bien él quiere dirigir mis planes; que estos dejen de ser mis planes para que se conviertan en sus planes.

En los años recientes, aprendí con la vida de una querida amiga y compañera de trabajo, que los cristianos debemos dejar que Dios dirija nuestra vida, y esto en la mayoría de los casos implica que antes de proponerle a Dios lo que queremos, debemos rendir nuestra voluntad a él para que nos indique qué hacer.

Angie, quien hoy descansa en el Señor, me enseñó con su vida e incluso su muerte, el valor absoluto de una vida al servicio de Dios. Cada vez que en la oficina hablábamos de metas personales, Angie con mucha seguridad nos decía que había dejado de trazarse metas, que su mente y corazón estaban abiertos a escuchar la voz de Dios y dejarse dirigir. La primera vez que la escuché hablando de esta clase de sometimiento, realmente no lo entendí, me pareció extremo. Sin embargo, en la medida en que me fui adentrando en este concepto bíblico, mi mentalidad fue cambiando. Angie era sumamente enfocada, orientada a la realización de tareas y altamente productiva, así que este concepto no venía de una persona desorganizada y sin iniciativa propia.

Recuerdo que pocos días antes de pasar al descanso, conversé y oré con Angie quien sería intervenida quirúrgicamente de un procedimiento sumamente complicado. Con la seguridad que le caracterizaba Angie me dijo que iba al quirófano tranquila, y que si Dios la llamaba al descanso su vida estaba llena de gratitud, gozo y esperanza; que se sometía a la voluntad del Señor. Fue así como Angie me enseñó con su vida y muerte que el caminar cristiano es una constante renuncia al yo. 

Al estudiar la vida de los grandes héroes de fe, todos tienen algo en común: dejaron a un lado sus planes y sueños para vivir los planes y sueños de Dios. Y los planes y sueños de Dios no consistían simplemente en bendición para sus vidas, sino en salvación y bendición para otros. Por ejemplo, José no tuvo sueños: los sueños eran de Dios, él no trabajó para alcanzar sus sueños, sino que se sometió al proyecto de vida que Dios le había dado; y ese proyecto de vida no era simplemente convertirse en un hombre poderoso, sino en un instrumento de salvación. Así mismo David, mientras cuidaba las ovejas de su padre, no soñaba en convertirse en un gran rey, ni se había propuesto ser un talentoso salmista, simplemente aceptó el llamado de Dios y se dejó guiar por él hasta convertirse en el gran rey de Israel. Lo mismo Moisés, Noé, Josué y una larga lista de nombres.

Vivimos en una sociedad altamente egoísta y como cristianos muchos hemos llegado a creer que la vida de fe consiste en vivir para nosotros mismos. Ya lo decía el apóstol Santiago: “Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.” (Santiago 4:3)

En los últimos años me he propuesto dejar de ser una niña malcriada que le da órdenes a Dios, que hace berrinches y se enfada cuando él no responde conforme a mis deseos, para convertirme en una sierva dispuesta a cumplir con su mandato. Y no, no ha sido fácil. Renunciar a mis sueños y proyectos me ha constado. De hecho, no lo he alcanzado pero prosigo al blanco. (Filipenses 3:14)

A cuántas cosas me he opuesto, luchando contra la voluntad de Dios; cuántas cosas he dicho no quiero, no lo haré o si quiero, cuando en realidad estaba montada en un barco hacia a Tarsis en dirección opuesta la orden de Dios.

Y no me malinterpretes, con esto no quiero decir que la vida cristiana es improvisada, que no se vale soñar, que Dios es arbitrario y quiere imponer sus deseos, absolutamente no. Pero merece la pena detenernos en nuestro andar, reflexionar en nuestros proyectos, evaluar nuestras peticiones y escudriñar nuestros deseos: ¿estoy viviendo para la gloria de Dios o para mi deleite? ¿Estoy dispuesto a renunciar a mis planes para decirle a Dios hágase conforme a tu voluntad? ¿Busco a través de la oración insistir hasta que por fin Dios conceda mis peticiones o he renunciado a mis derechos para que se cumpla el sueño de Dios en mí? Tal como enseña Pr. Neilyn Solís en su libro Hágase tu voluntad.

Sin embargo, cuántas veces pedimos a Dios que dirija nuestros planes pero no estamos dispuestos a rendir nuestros deseos. No tiene ningún sentido pedirle a Dios que dirija y bendiga nuestros planes si no tenemos ninguna intención de abandonar nuestra voluntad en sus manos.

Por eso hoy, incluso con sueños y metas por cumplir, te pido Señor que tomes mi voluntad, la sometas y hagas conmigo como bien te parezca. ¡Estoy a tu servicio! 

“Que tu voluntad sea fiesta en mí.” (Roberto Badenas)

viernes, 15 de septiembre de 2023

Una vida transformada habla más fuerte que cualquier elocuente sermón



Últimamente he escuchado a muchos cristianos empoderarse con el argumento de que Jesús desenmascaró a los fariseos llamándoles hipócritas, Pablo entregó al diablo a los creyentes rebeldes, Juan el Bautista denunció a los poderosos de su época, y Elías señaló el pecado del pueblo. Se sienten con la misma autoridad y entienden que han sido llamados para denunciar el pecado de los demás. 

Ante tal actitud me pregunto: ¿hacen estos cristianos los milagros que ellos hicieron?, ¿el Espíritu Santo les usa con tal poder que decenas o cientos se han convertido a través de su mensaje?, ¿han dedicado toda su vida a la predicación del evangelio?, ¿han renunciando a todos sus bienes para vivir modestamente como aquellos hombres lo hicieron solo con el objetivo de llevar las Buenas Nuevas? Si la respuesta es no, entonces es muy probable que no están llamados a señalar el error ajeno, porque no tienen la misma autoridad que ellos tuvieron.

No me refiero a que vivir de espaldas a las Escrituras y a no llamar el pecado por su nombre. No se trata de hacerse de la vista gorda o confabularse con quienes viven abiertamente en pecado sin valorar la gracia transformadora de Cristo. 

Sin embargo, el llamado de Dios para sus hijos es a predicar con el ejemplo: no a llenar nuestro muro de Facebook con indirectas o a denunciar en nuestros post las faltas de otros. Cristo nos ha pedido que seamos luz, no altoparlantes. (Mateo 5:14-16) Es muy fácil señalar las faltas de otros, por impopular que parezca... pero solo un corazón transformado vive conforme a la verdad.

La mayor denuncia que podemos hacer ante los pecadores es una vida limpia y recta. Serán nuestras acciones las que hablarán por sí solas. Porque una vida transformada habla más fuerte que cualquier elocuente sermón. 

Cristo mismo murió por aquellos fariseos hipócritas, y nos advierte que revelaremos su gloria en la medida en que amemos a los demás como él nos ha amado. (Juan 13:35)

Cuando miramos a un pecador con amor, y le mostramos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, que cuando éramos pecadores aun así Cristo nos redimió; (Romanos 5:8) entonces ellos encontrarán esperanza y querrán conocer a ese mismo amante salvador. 

No son nuestras palabras las que cambiarán a los demás, ni siquiera nuestras buenas acciones; es el Espíritu Santo quien obra en los corazones, debemos dejar de querer hacer el trabajo del Espíritu Santo y procurar que el Espíritu nos transforme para llevar a otros a rendirse ante él. 

sábado, 12 de febrero de 2022

Más allá de la cortesía y los buenos modales

Hace poco me invitaron a impartir un breve devocional en un reinado de cortesía que celebraron en mi iglesia de origen. Me sorprendió mucho la invitación porque pensaba que esta clase de eventos, que eran muy populares cuando era niña, ya no se hacían. Luego de orar y preguntarle a Dios sobre qué decir, escribí esta reflexión para compartirla contigo.

La palabra cortesía tiene el mismo origen que cortejo. Se remonta a las antiguas cortes medievales donde se reunía el rey con sus oficiales para dictaminar los casos del día. Al oficial que se portaba bien en la corte, le llamaban cortés y la cualidad que tenía la llamaban cortesía.

La cortesía es un acto de amabilidad, atención o buena educación que se expresa a través de las buenas costumbres.
Algunos sinónimos de cortesía son:
  • Amabilidad 
  • Generosidad 
  • Gentileza
  • Consideración 
  • Urbanidad
  • Educación 
  • Delicadeza
  • Finura 
El principio en el que se fundamenta la cortesía, los buenos modales e incluso las normas de etiqueta y protocolo se encuentran en Mateo 7:12 “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas”.

En la Biblia encontramos muchos ejemplos de cortesía o amabilidad. Uno de ellos es Rebeca la esposa de Isaac. En Génesis 24:1-20 narra la forma en que el siervo de Abraham conoció a Rebeca y cómo quedó impactado por su generosidad, delicadeza, hospitalidad y buen corazón. 

Es indudable que la cortesía abre muchas puertas: puede darnos buena fama y buen nombre, y quién sabe si hasta conseguirnos un buen marido, tal como le pasó a Rebeca.

Sin embargo, cuando uno conoce a Jesús y recibe el Espíritu Santo necesita más que un cambio de conducta, necesita un cambio de corazón. Cualquiera puede cambiar su conducta, cualquiera con una buena lectura de libros de superación personal podría desarrollar ciertas habilidades para tratar a los demás, cualquiera con un curso de etiqueta y protocolo refina sus modales. 

Pero la vida cristiana va más allá de tener buenos modales o una conducta delicada y fina. Que por cierto, cada vez más las nuevas generaciones van perdiendo esas habilidades sociales para interactuar. Y los padres que no respinguen porque todos somos responsables de cultivar y enseñar esas buenas costumbres, y las generaciones anteriores han fallado un poco en la transmisión de esos valores. Pero no voy a argumentar sobre crianza, eso se lo dejo a mami. 

Los cristianos necesitamos una transformación total, un cambio de nuestras intensiones para que nuestra conducta sea genuina. Los políticos cuando están en campaña son los más amables del mundo: besan viejitas, cargan muchachitos, abrazan a todo el mundo, pero cuando llegan al poder pierden todas las buenas costumbres.

Los cristianos necesitamos un cambio de intenciones para vivir no buscando o mirando lo suyo propio, como dice el apóstol Pablo, sino velando por lo de los demás. (Filipenses 2:4) Esto no nos da luz verde para ser chismosos o preguntones, así que ya párele de preguntar a esa muchacha cuándo se va a casar o a esa pareja que cuándo van a tener hijos o a ese muchacho que cuándo es que va a adelgazar. Porque para considerar a los demás como a usted mismo no necesita saber sus intimidades.

Necesitamos pedirle a Dios que ponga en nuestros corazón su amor, para y que en él haya un profundo y sincero interés por los demás. Que nos enseñe a tratar a todos, incluso a los que no merecen que les tratemos bien con dignidad y respeto, como a nosotros nos gustaría ser tratados. Mirando a los demás como hijos e hijas de Dios, aunque no lo aparenten. 

Que el Espíritu Santo instale en nuestro corazón el amor ágape que es sufrido, benigno, sin envidia ni altanería. Un amor que no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Un amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

sábado, 8 de enero de 2022

Otra madre


Clarisa no solo es la madre de mi esposo es también mi madre. Me adoptó adoptó el día en que Edmundo me presentó como su novia; recuerdo lo que me dijo: “Desde hoy serás mi hija y si Edmundo llega a herirte yo seré la primera en defenderte”. 

Clari es una mujer divertida, enérgica, ocurrente y muy canera. Donde quiera que llega se hace sentir.

Es consentidora y la mejor cocinera de comida criolla de todo el país. Cada vez que vamos a su casa me pregunta qué quisiera comer y yo me la desquito mencionado todos los platos típicos que no suelo preparar en casa. Y hace el mejor cóctel del mundo. En verdad ella es como Carnation que “todo lo que toca lo pone bueno”.

Clarisa no es solo la madre de mi esposo, es también mi madre. Me adoptó el día en que Edmundo me presentó como su novia. recuerdo lo que me dijo: ''Desde hoy serás mi hija y si Edmundo llegara a herirte yo seré la primera en defenderte''.

Mi suegra es una mujer agradecida y como el apóstol Pablo “ha aprendido a contentarse cualquier sea su situación”. La admiro porque es capaz de disfrutar en bonanza y escasez.


Es una madre ejemplar, ella sola sacó adelante a sus tres hijos, enseñándoles los valores más sólidos con amor y disciplina. Hizo un excelente trabajo de formación y hoy disfruto de sus frutos.

Estoy muy feliz de ser su hija y muy agradecida de Dios por ponerla en mi vida, quien no pudo haber elegido a una mejor mujer para criar al hombre de mi vida.

Clarisa es un ejemplo de resiliencia, ha sabido reponerse a pérdidas muy dolorosas sin dejar de reírse de la vida.

Clari es una artista competa: tiene una hermosa voz, es la mejor animadora de fiestas, sabe coser, es una decoradora de muy buen gusto y una muy buena actriz.

Gracias a mi suegra aprendí que el amor de una madre puede ser tan inclusivo que es capaz de amar a su nuera como si fuera su propia hija.

Hoy en el día de su cumpleaños, rindo homenaje a mi suegra, mi otra madre, la mujer que Dios eligió para guiar a mi marido Edmundo. Oro para que Dios le dé paz.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Una promesa de amor para cuidar

Edmundo es un hombre íntegro, un cristiano auténtico, es inteligente, tiene una memoria de elefante y puede recordar con precisión nombres y fechas. Es polifacético y tiene una capacidad de improvisación increíble; habla con propiedad no solo de teología, historia, política, economía, deporte y hasta cultura popular. Defiende con vehemencia sus ideas y no hay quien le gane una discusión.😂

Edmundo tiene un corazón bondadoso, es servicial, observador, romántico, sumamente discreto, muy cariñoso, profundo y sumamente maduro.

Es un hombre de convicciones firmes, tiene una habilidad especial para tratar bien a los demás sin comprometer sus ideales. Es apasionado en su trabajo y procura servir con excelencia. Pese a su juventud se gana el respeto y la consideración de los mayores. Me apoya en todos mis proyectos, se lanza conmigo en todas mis locuras, me anima y consciente constantemente.

Gracias a él he aprendido a respetar los días de descanso, a no dejar que el trabajo interfiera con mi vida familiar y a disfrutar “haciendo nada”. Con él he aprendido a ser discreta, a mantener en secreto la vida íntima y a estar comprometida en servir a los menos afortunados aún cuando no tenga mucho que dar.

Pocos conocen su amor por los niños, su afición por la música, su espíritu aventurero y su excelente ojo para comprar ropa femenina, muebles, decoración y alimentos.

Durante muchos años oré fervientemente para que Dios me uniera a un joven conforme a su corazón y a través de Edmundo todas mis oraciones fueron contestadas.

Hoy rindo homenaje a mi marido, mi compañero de viajes, mi mejor amigo y el amor de mi vida. En su día cumpleaños, agradezco a Dios todas las virtudes que le ha dado y le agradezco por haberlo puesto en mi vida. 

Mi oración es que Dios siga poniendo en su corazón pureza, integridad y sabiduría.

jueves, 5 de agosto de 2021

Cásate con quien...

Hoy cumplo tres años de casada, quienes leen este diario con regularidad habrán notado que acostumbro a celebrar con una reflexión.

Luego de evaluar mi vida matrimonial: momentos felices, logros alcanzados, crisis enfrentadas, errores cometidos y retos que nos quedan por delante; me he puesto a pensar en mis amigas solteras, por quienes oro con frecuencia y a quienes en más de una ocasión he tenido que escuchar o alentar debido a la presión social a la que son sometidas.

Hoy quisiera compartir con ellas mis más sinceros deseos:

Cásate para toda la vida. Aunque la mayoría de parejas jura ante el altar estar unidos hasta la muerte, las cifras de divorcios reflejan otra realidad. Cada vez más las parejas consideran el divorcio como una salida para sus problemas matrimoniales. Y para permanecer no se trata solo de jurar una vez por todas, esa es una decisión que deberás tomar ante los retos y desavenencias. En muchas ocasiones necesitarás incluso buscar ayuda para poder mantener esa decisión.

Cásate cuando te sientas lista, no le cojas presión a nadie. Aún si la presión viene de tus familiares o amigos más cercanos. No te cases por la presión. Entiende que tu vida no es un proyecto cualquiera al que tengas una lista de pendientes por cotejar. Si insisten en presionarte, no dudes en poner límites. A mayor presión, mayor cantidad de probabilidades en tomar malas decisiones. En mi experiencia he visto que quienes son felices en su matrimonio y entienden lo sagrado que es no andan preguntando ¿y el novio pa' cuando? Porque han entendido que a cada persona le llega su tiempo. 

Cásate cuando estés feliz con quién eres, te sientas completa y realizada. No necesitas una media naranja, no necesitas a nadie que te haga feliz. El matrimonio no va a arreglar ninguno de tus problemas, ¡ninguno! Si no logras estar feliz sola, si no eres capaz de sentirte realizada siendo soltera tampoco lo lograrás al lado de nadie más. Ese vacío solo Dios puede llenarlo. Procura tener una relación tan sólida y profunda con Dios, que puedas encontrar en él plenitud de vida. 

Cásate cuando desees hacer feliz a alguien y no para que te hagan feliz. El matrimonio ha sido creado para desarraigar el egoísmo del corazón humano. Si vas pensando y calculando solo en lo que vas a recibir, quedarás chasqueada y amargada muy pronto.

Cásate con alguien que ame a Jesús tanto como tú. Niégate rotundamente a aceptar una relación con alguien que no ame a Dios y que públicamente no esté comprometido con él. ¿Cómo esperas que alguien te ame si primero no ama a Dios? 
El matrimonio es bastante complejo como para añadirle más carga. Ya la Biblia es muy clara entorno a unir nuestra vida con los incrédulos. Pero ojo, eso incluye muchachos que son cristianos de nombre pero no reflejan a Dios en sus vidas.

Cásate con alguien que se comprometa contigo. Porque el amor no se trata de romanticismo, sino de un compromiso a pesar de las circunstancias.

Cásate con quien puedas reírte de los momentos malos. El humor es muy necesario especialmente en los momentos de dificultad. 

Cásate con alguien que te inspire a ser la mejor versión de ti. Alguien que sin compararte, obligarte o coartar tu libertad, te motive a crecer cada día. 

Cásate con quien te corrija con amor cuando estás en un error. Muchas veces Dios nos instruye o confronta a través de nuestra pareja. 

Cásate con quien puedas compartir tu ministerio y propósito de vida. Tus pasatiempos, estilo de vida y proyectos. Ya lo dijo el profeta Amós “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3)

Finalmente, comparto una breve reflexión publicada en la lección del jueves 5 de agosto, en la Guía de Estudio Bíblico de la Escuela Sabática: “No hay relaciones perfectas. Toda relación debe tener una dinámica de crecimiento, y Satanás tiene un interés personal en usar a su favor todas nuestras relaciones, especialmente las más cercanas a nosotros, para herir y frustrar la voluntad de Dios para nuestra vida. Podemos estar agradecidos de que él no nos deja pelear estas batallas en soledad. La Palabra de Dios establece principios para nuestras relaciones. Su promesa de darnos sabiduría también se extiende a nuestras relaciones. Él promete estar con nosotros cuando nuestras relaciones resulten complejas.”

miércoles, 26 de mayo de 2021

Marca personal y reputación

Consciente o inconscientemente todos tenemos una marca personal, se trata de un asunto clave en la sociedad contemporánea. La marca personal consiste en el grado de conocimiento, prestigio y opinión que los demás tienen sobre una persona. El término marca personal comenzó a utilizarse para referirse al uso de principios de marketing y publicidad de productos y empresas, pero con las personas. Y se popularizó con la explosión de las redes sociales. 

Viene a mi mente un relato registrado en Mateo 16:13-17 donde Jesús pregunta a sus discípulos sobre la percepción que la gente tenía sobre él. Me imagino al Maestro preocupado por su reputación, cuando pregunta: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?» Ellos respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; y otros, que es Jeremías o alguno de los profetas.» Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro respondió: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!». 

Al construir nuestra marca personal puede que nos preocupe la percepción que los demás tienen sobre nosotros. Pero no debemos dejar que esto guie nuestra vida. Para Jesús era importante lo que otros decían de él, pero esto no le detuvo de cumplir su misión. Al final la gente tendrá precepciones muy distintas de nosotros, algunos tendrán una buena imagen otros una imagen deficiente, no obstante, eso no define quiénes somos.  

En la construcción de nuestra reputación muchas veces nos obsesionamos con realizar un trabajo que pueda ser reconocido y aplaudido por todos, sin embargo, en nuestras manos está elegir si queremos trabajar para ser importantes para los otros o ser importantes para el Reino de Dios.  

Finalmente, ¿estás afanado en construir tu marca personal o te afanas por construir la marca del Reino de los cielos? Jesús sabía que la loca carrera de esta vida podría desviar nuestra atención de lo que es realmente importante, por eso nos invita: ‘‘Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas’’. (Mateo 6:33) 

Hoy te animo a que te preocupes por construir y acercar el reino de los cielos a quienes no lo conocen.