sábado, 21 de marzo de 2020

Yo decido confiar en Dios

En medio de todo el caos por el que atraviesa el mundo me he puesto a reflexionar en uno de mis libros de la Biblia favorito: Habacuc. 

El profeta se sentía indignado por la injusticia, maldad y sufrimiento en la que vivía su pueblo y en medio de su dolor hizo dos oraciones donde atrevidamente expresó su queja ante Dios, quien con amor y paciencia le respondió rotundamente. 

Luego de escuchar las respuestas de Dios a su clamor (respuestas nada halagüeñas según Habacuc 1: 5-11 y el capítulo 2) el profeta escribió uno de los poemas más hermosos que registra la Biblia:  
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales. Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar”. (Habacuc 3:17-19)

Las malas noticias afectan nuestras emociones y hasta pueden mermar nuestra fe, pero Cristo nos invita a poner toda nuestra confianza en él. Hoy debemos decir como el profeta: “estaré quieto en el día de la angustia”. (Habacuc 3:16)

Vivimos en un mundo caído donde el sufrimiento y la tragedia nos alcanzan a todos sin importar nuestra raza, sexo, estatus social o religión. Sin embargo, a pesar del dolor y la pérdida podemos tal como lo hizo Habacuc regocijarnos en Jehová. 

La Biblia está llena de promesas que nos brindan esperanza: Jehová no abandona a su pueblo, él es el Dios de nuestra salvación. En nuestra debilidad recordemos que Jehová es nuestra fortaleza, a pesar de las tragedias él es soberano y señor del universo y garantiza que los justos vivirán por fe. (Habacuc 2:4)

Apesar de la pandemia y las precariedades en la que nos encontramos podemos andar firmes y seguros confiando en los planes divinos. Aunque no podamos entender todo recordemos que tenemos a un Dios grande, descansemos en su soberanía y poder, sometámonos gozosamente su voluntad.