Después de 12 años texturizando mi pelo, quería ver lo que sucedería si
lo dejaba natural.
Para quienes no entienden el concepto, la texturización de
pelo es un proceso que se hace con cabellos crespos o risos donde se le aplica un tratamiento de alisado que lacia el cabello. Yo suelo compararlo con una crema depiladora de acción menos fuerte.
Tenía la curiosidad de usar el pelo crespo al natural desde que era una adolescente. Me encanta mi cabello natural, se parece tanto a mí: es rebelde, difícil
de quebrar, hasta impermeable. De hecho, cuando era niña, mis amigos me relajaban diciéndome ''la
impermeable''o ''la imper'', porque no entraba agua a mi cabello. Y yo no me
molestaba. Me encantaba ver mi greña suelta y movía el cabellera como toda una
modelo, sin complejos.
Pero los estándares de belleza en El Caribe enseñan que el pelo debe
usarse lacio. Y la mayoría de las mujeres lo han aceptado como bueno y valido. Así que mi madre, con todas las buenas intenciones del mundo, siguiendo los estándares
de belleza me lació el cabello a los 12 años de edad.
Desde allí he tenido que someterme a la esclavitud de los alisados y el
fastidioso calor de los secadores de pelo.
Cada vez que veía a una chica con el pelo crespo al natural, crecía en mí
un deseo de usarlo igual. Hasta que un día, decidí que lo usaría así y que
tendría mi propio pajón.
La decisión la tomé sin consultar con nadie, porque siempre que expresaba
mis deseos de usar el pelo al natural recibía muchas críticas de mis más
cercanos. Aproveché mi vida en el extranjero, lejos de algunos prejuicios sobre
la cultura afro y me hice el gran corte.
Nunca me arrepentiré de aquello. Cuando me vi en el espejo me sentí la
mujer más hermosa y exótica del mundo. Este ejercicio no solo me sirvió para saciar mi gran curiosidad, sino, también para reforzar mi autoestima y mi amor por mi
cuerpo.
En esos 8 meses aunque recibí muchas críticas, aprendí mucho más sobre
mí misma de lo que esperaba. Estas son las lecciones que salieron de ese reto
que yo misma me ingenié:
1. Llevar el pelo al
natural me hizo más accesible a los demás, especialmente a los chicos. De
hecho, algunos se atrevieron a declarar sus sentimientos por mí.
2. Usar el pelo crespo me permitía
lavarme la cabeza todos los días y andar sin paraguas por temor a la lluvia.
Aproveché y me bañé varias veces en un aguacero con mucha felicidad.
3. Muchos me criticaban y
otros me miraban de manera indiscreta… Descubrí que llevar el cabello sin
alisado requiere de mucha valentía.
4. Usar el pelo afro me hizo amarme tal como soy; incluso con mis defectos, sin intentar vivir bajo el estándar de otros.
5. Usar el pelo natural me
ayudó ser más atrevida y a no darle
tanta importancia a lo que otros piensan o dicen de mí.
6. Aprendí que mientras esté segura de mí misma, la gente me tratará exactamente de la
misma manera.
7. Comencé a valorar las diferencias de las personas y evitar encajar todos en el mismo patrón.
8. Al satisfacer mi curiosidad me sentí retada en otras áreas de la vida para hacer cosas atrevidas y divertidas.