- Apreciaríamos más la diversidad.
- Descubriríamos la belleza de nuestro cuerpo natural y si adornos.
- No nos quejaríamos tanto del cuerpo que nos ha tocado.
- Amaríamos esas particularidades que tanto despreciamos y que nos distinguen de los demás.
- Resistiríamos la presión de las medidas y estándares de belleza.
- Estaríamos más agradecidos con nuestro cuerpo y salud.
- Procuraríamos estar en salud tanto como vernos bien.
- No nos compararíamos con otros.
- Disfrutaríamos los cambios que vienen con los años, descubriendo la belleza que trae cada etapa.
viernes, 18 de diciembre de 2020
Le dije adiós a las dietas para engordar
lunes, 30 de noviembre de 2020
Las manos de una guerrera
Miró mis manos, las comparó con las suyas y me dijo:
-Que hermosas manos tienes, las manos de una verdadera mujer, porque las mías son tan horribles y están llenas de callos.
Quedé sin palabras y alguien más respondió por mí:
Me sentí culpable de ser afortunada. Esa sensación que me acompaña cuando estoy en contacto con una persona cuyas circunstancias han sido difíciles y cuya historia es desgarradora.
¡Sí, culpable! Porque no he hecho absolutamente nada para tener la vida que tengo y peor aún, porque hago muy poco para combatir la injusticia en el mundo. ¡Culpable!... esas pudieron haber sido mis manos y mi historia.
Me contó su historia, una llena de sufrimiento, violencia y abusos. Me contó como fue explotada por personas despiadadas que han olvidado la dignidad con la que ha sido creado cada ser humano. Se me hizo un nudo en la garganta. Y aunque no suelo llorar, cada vez que como periodista tengo que escuchar una historia de dolor como esta, mi corazón se rompe en pequeños pedazos. Incluso a veces pregunto, tal como lo hizo el profeta Habacuc, "¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? (Habacuc 1:2)
A veces siento que el reino del mal prevalece, que el malo nunca tendrá su paga y que la injusticia reinará sobre los más vulnerables. Pero luego recuerdo la promesa bíblica: "Dios juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud. Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia". (Salmos 9:8-9)
Me miró con sus ojos grandes y redondos, llenos de ilusiones y sueños. Ojos que miran el futuro con esperanza, no cuestionan el obrar de Dios y continúan confiando en el amor y la providencia divina. Ojalá pueda desarrollar esa clase de fe, esa resiliencia y confianza en el amor de Dios.
Nos despedimos y sigo con la imagen de sus manos, las manos de una guerrera.
jueves, 1 de octubre de 2020
Cinco lecciones que aprendí del distanciamiento físico
jueves, 13 de agosto de 2020
Una oración constante
Pa es un verdadero discípulo, decidió dejar los negocios de su padre y rechazó muy buenas ofertas de trabajo para convertirse en pastor y dedicarse al ministerio. Yo me lleno de admiración al pensar en esto.
Mi papá es consentidor, fue mi primer admirador y mi primer corrector de textos. Es juguetón, cariñoso y muy emotivo. Mi padre no tiene vergüenza de llorar, de decir te amo, de admitir que admira a alguien, de abrazar y besar a quienes ama. Recuerdo que cuando era niña le encantaba jugar conmigo a las muñecas. Cuidaba de mí y de mis hermanos durante la noche, hizo un trato con mami de que ella nos atendería de día y él durante la noche. Lo recuerdo yendo a mi habitación cuchumil veces para llevarme un vaso de agua, dejarme la luz encendida porque le temía a la oscuridad y orando conmigo cuando tenía pesadillas. Además de que cada noche era quien nos leía la historia bíblica antes de irnos a la cama y ese para mí era el mejor momento del día; pero cuando estaba muy cansado nos ponía un cassette de “Las bellas historias de la Biblia” y era el primero en dormirse. 😂
Papi es un lector voraz, de él heredé mi amor por los libros: tanto escribir como leer; es una máquina de ideas y un escritor muy versátil. Mi padre es polifacético, en sus más de 30 años de profesión se ha desempeñado como Ingeniero agropecuario, maestro, pastor y pretende jubilarse como terapeuta sexual.🤪 Él dice que la vida es muy corta para dedicarse a una sola carrera. Mi padre es muy apasionado en lo que hace y está comprometido en formar a otros y dejar un legado. Es un líder natural y se le da muy bien guiar a otros.
A mi padre le gusta ayudar a quienes menos tienen, lo he visto crear los proyectos más creativos para beneficiar a los demás. Mi padre es un hombre humilde, no tarda en reconocer cuando se equivoca y pedir perdón. No le interesan los cargos ni el protagonismo.
Yo lo admiro y respeto porque es un padre fuera de serie.
Mi papá es el padre que da las mejores pelas. Se sienta contigo, te explica lo que hiciste mal, destaca varias cualidades positivas que ve en ti, luego te da tres suaves correazos en las piernas sin dejarte marcas ni moretones. Y finalmente, te da un abrazo y te recuerda lo mucho que te ama. Como comprenderán mis hermanos y yo preferíamos que él nos disciplinara.😬 Terminábamos de risas y abrazos.
Con mucha determinación me enseñó a estudiar la Biblia y a orar, a tener una relación con Dios sincera y profunda. Escuchaba mis luchas espirituales y nunca me juzgaba, todo lo contrario, me compartía las suyas y me animaba a confiar en Dios y entregarle mis cargas a Él. También me enseñó a predicar, a preparar sermones y a escribir devocionales. 📖
Mi papá es idealista, lucha para cambiar al mundo y espera siempre lo mejor de las personas. Es un hombre de discursos y siempre tiene una máxima para destacar alguna lección. Mi padre es tan pero tan paciente que es difícil sacarlo de control. 🙃
De mi padre aprendí a decir te amo, a ver en todos cualidades positivas, a debatir las ideas sin atacar a las personas, a no quejarme si mi mal tiene o no tiene remedio; aprendí que los hermanos no se pelean, a hacer todo lo que me venga a la mano y a dejar que Dios dirija mi vida.
Hoy es su cumpleaños 63 y le rindo homenaje haciendo lo que mejor me enseñó a hacer: orar. Pido a Dios para que le dé sabiduría y gracia. 🙏🏽