martes, 19 de noviembre de 2013

Otoño




Lentamente desaparece el sol en el horizonte dibujado con vibrantes colores: rojo, anaranjado, amarillo y azul intenso adornan el firmamento.
El sol se oculta con gracia y naturalidad. Es que los atardeceres madrileños son de los más hermosos, eso lo confirmo cada tarde en mi pequeña ventana que da al Oeste. Así mismo es el otoño: melancólico, moribundo, silencioso, transitorio, entre lo frío y lo caliente.

Madrid es un sueño entre la nostalgia y la alegría. Esa melancolía de volver a la costa de la fantasía; esa felicidad de conocer el mundo que nos rodea.

Es pequeño el mundo y cuán pequeños somos. Caminando entre la multitud, perdidos entre las calles, somos polvo, no somos nada.

La soledad: esa oscuridad y falta de afecto, de toques, de cariño y palabras de afirmación, sentir que estás solo, que eres tú contra el mundo, el atardecer y el otoño.

miércoles, 19 de junio de 2013

A veces la felicidad es...

Cada quien tiene su filosofía sobre la felicidad. Para mí la felicidad es una actitud, una forma de ver la vida; es sencilla y práctica. Felicidad es un estado del alma que todo ser humano puede conseguir, sin importar cuales sean sus circunstancias, si se lo propone.
Para mí, felicidad es…
Una sonrisa que te enamore.
A veces la felicidad es usar jeans y andar si maquillaje.
Ser correspondido.
Escaparte con una amiga toda la tarde y cerrar el día con un aguacerazo encima. 
A veces la felicidad es llegar a casa y quitarse los tacones.
Escuchar la voz de Dios.
Ver conversaciones antiguas y descubrir que el amor va en aumento. 
Escribir aunque nadie lea, leer aunque nadie escriba.
Ayudar a quienes lo necesitan. 
Disfrutar del trabajo. 
Despertar y descubrir que puedes dormir 15 minutos
Una jarturita en casa de la abuela. 
Encontrarte con alguien que pensaste nunca le volverías a ver. 
Esperar por alguien que siempre espere por ti. 
Saltar y gritar como loco junto  un chiflado amigo en un puente peatonal. 
Decir te amo y escuchar lo mismo. 
A veces la felicidad es recibir una llamada telefónica.
A veces la felicidad es viajar con gente que aprecias.
Que alguien conduzca por ti.
Jondearse de cualquier lugar alto: ¡jerónimoooo!
Que tu corazón lata a millón y que alguien más lo sepa.
Que te digan: “tenías razón”
A veces la felicidad es ponerte tu ropa favorita.
Que te digan: “déjame ayudarte con eso”.
Ver una película con un final feliz.
Que tu perro te reciba meneando la cola y lamiéndote los pies.
Felicidad es almorzar con los amigos y celebrar la vida juntos.
A veces la felicidad es beberse un vaso de agua.
A veces la felicidad es que te digan que sí.
Escuchar tu canción favorita en la radio.
Y que los temas de conversación nunca se acaben, eso también es felicidad.
A veces la felicidad es acostarse antes de las 10 de la noche.
Es no extrañar a alguien.
Felicidad es disfrutar de la fiesta aunque alguien nos arruine el vestido.
Cantar en voz alta tu canción preferida y creerte todo un artista en la ducha.
Andar despeinada.
A veces la felicidad es comer arroz, habichuelas y aguacate… ¡Yumi!
Felicidad es hacer feliz a otros.
Compartir el último bocado.
A veces la felicidad es no preocuparse por nimiedades.
A veces la felicidad es explotar burbujas de plástico con tus compañeros de trabajo.
Comer pan mojado en chocolate caliente.
Tener buena salud y mala memoria.

Y para ti, ¿qué es felicidad?

viernes, 1 de febrero de 2013

Andar en carrito público es un deporte extremo




El chofer se desmontó para abrirme la puerta y pensé: "que chofer tan amable este". Luego descubrí que la puerta no se abría por afuera y que tenía una maña tan grande para abrirse que solo el chofer la conocía.

Me monté con suma dificultad, cerré la puerta luego de cuatro intentos; dos mujeres robustas se tomaban gran parte del asiento trasero, un señor bastante sudado estaba a mi lado y olía a mercado:rábanos, remolacha vieja y toda clase de hojas...
Al final de aquel viajecito que me salió tan caro descubrí que mi pantalón nuevecito de paquete tenía un tremendo hoyo gracias a un alambre mal puesto del asiento.

El carro estaba tan destartalado que parecía una lata vieja, el motor hacía un ruido insoportable. De pronto, mientras el chofer conducía se le salió la llave y el carro siguió avanzando. Ahí fue que me asusté.

El chofer conversaba con los pasajeros de una forma muy amena y se hacía acompañar con una bachatica a todo volumen como fondo musical.

Comenzó a llover. ¡Qué maravilla! La puerta no tenía ventana y me cayó el aguacerazo encima.

Le pasé $50 pesos al chofer y solo me devolvió 10 porque "no tenía menudo".

-"Chofer déjeme en la esquina", grité, pero la bachata me ganó y el chofer no me escuchó. Lo intenté otra vez, con una voz más fuerte: "¡por dónde pueda!" Nada, el carro seguía avanzando. Tomé aire y grité a todo pulmón: "¡Que me deje!". Por fin se detuvo el carro, una esquina después de donde me quedaba. ¡Que caro me salió el viaje!

Me consuela saber que Toque Profundo tiene vivencias muy parecidas a las mías y comparto esta canción: "Duarte con París" http://www.youtube.com/watch?v=Bvcqt01KvJAr