jueves, 12 de febrero de 2015

A mí que me enamoren con flores

No suelo publicar mis intimidades porque considero que en un mundo donde se han cualquierizado los secretos; mientras más los conservamos mayor valor adquieren.

Pero este es mi diario y hoy quiero contar una intimidad que merece se revelada.


A mí que me enamoren con flores. Sí, sí.

La vida moderna con su rapidez nos ha hecho perder bellas costumbres, aún en el cortejo. A mi madre le dedicaron serenatas, a mi abuela le regalaron flores. ¿Y a mí? ¡Bien gracias! (Y no es que carezca de enamorados, qué conste).


Me pregunto dónde están esos hombres que regalan flores y dedican canciones o poemas. En gran medida, el cambio en la forma del galanteo se debe al feminismo, la búsqueda de la igualdad de género. Batalla a la que yo me he sumado activamente. Pero tengo que admitir que extraño la inocencia del cortejo a la antigua.

Seguramente algunos tacaños me llamarán "chapiadora", que es el término que se usa en mi país para designar a las mujeres que sacan ventajas económicas en las relaciones. Otros me tildarán de ilusa, algunos me diagnosticarán con el "síndrome de princesa" y habrá quienes me acusen de niña caprichosa que intenta dañar al medio ambiente... Yo insisto en que me conquisten con flores.

No hay contradicción en luchar por el respeto y la igualdad de oportunidades entre ambos sexos y desear un cortejo romántico. No vayan a creer que quiero igualdad solo para mi conveniencia: no me molesta pagar la cuenta (ya lo he hecho), t
ampoco pretendo conseguir a alguien que me mantenga y se haga responsable de mis gastos, pues para eso trabajo y exijo ganar tanto como un hombre con la misma experiencia, capacidades y preparación que yo. 

Ya los chicos no regalan flores, no dedican poemas ni canciones, pocos abren la puerta y casi ninguno se atreve a halar la silla, dar el paso a la dama o caminar a la derecha de la acera para protegerla. Me gustaría pensar que del otro lado del mundo las cosas no son así.

En fin, cortejar solo para conquistar, sin el ánimo de sacar ventaja, solo una sonrisa. Y ahora recuerdo el comentario de un amigo español que hablando de este mismo tema me respondió con mucho énfasis: "Es que vosotras las latinas sois muy raras. Estáis esperando que cualquiera les regale flores. Si nosotros solo hacemos esas cosas con nuestra pareja. No invertimos dinero en alguien con quien no tengamos una relación". ¿Tiene lógica verdad?

Pero quién a dicho que comprar flores es una inversión. De hecho, yo no soy un negocio para que inviertan en mí. Ahora, tampoco me van a comprar con ramo de flores, no vayan a pensar que con un gesto como este se consigue el amor de una dama. De ninguna manera, pero hace que las cosas fluyan con un agradable aroma.

Es verdad que las flores no se comen, bueno, aunque probé unos dulces turcos hechos de pétalos de rosas deliciosos. Pero, a qué mujer no le alegran la mañana con un ramito bien arregladito. Claro que en este mundo hay excepciones, yo no estoy en ese grupo. A mí que me enamoren con flores. Espero las mías el 14 de febrero ;)