miércoles, 17 de julio de 2019

Cuando el pastor Bullón me mandó a callar

Foto: Blog Escogidas para servir 

-¡Silencio, Laura! ¡Silencio!

Dábamos cobertura a una conferencia evangelística presentada por el pastor Alejandro Bullón, una de las figuras más emblemáticas de la iglesia adventista en hispanoamérica. 

Luego de la última presentación, el equipo de trabajo se reunió para cenar y agradecer a Dios por el éxito otorgado en aquel esfuerzo misionero. Mientras disfrutábamos de los alimentos, Susana, una de mis compañeras de trabajo, solicitó al pastor Bullón grabar en una nota de voz la invitación a otra concentración evangelística que él impartía en otra región  del país. El pastor accedió gustosamente y pidió a los invitados hacer silencio para grabar el anuncio con la mayor nitidez, pese a las condiciones.

Cuando el pastor solicitó absoluto silencio, como es usual entre los dominicanos, algunos silbaron y otros como yo hicieron más ruido intentando callar a quienes estaban hablando. De repente entre los silbidos y murmullos escuché la inconfundible voz del pastor decir:
-¡Silencio, Laura! ¡Silencio!

Su voz cálida y a la vez firme, apacible pero con autoridad, me empequeñeció instantáneamente. Quería hacerme invisible y desaparecer. No sabía a dónde meter la cara. Agradecí la escasa iluminación que ocultaba algunas expresiones faciales, como por ejemplo, mi cara ruborizada. Ya que no podía salir corriendo, disimulé mi vergüenza, respiré profundo y traté de mantener la compostura. 

Al finalizar el encuentro, mientras nos despedíamos, el pastor Bullón se me acercó, me miró fijamente y me volvió a decir: 
-¡Silencio, Laura! ¡Silencio!

Sus brevísimas palabras fueron un elocuente consejo y corrección. Sí, soy de quienes hablan y hablan y olvidan escuchar. De quienes se arrepienten de haber hablado sin haber pensado. Soy de aquellos que se lamentan haber dicho palabras inapropiadas. Necesito aprender a hacer silencio incluso ante la presencia de Dios. 

Con sus breves palabras, el pastor me estaba dando una muestra de sabiduría e integridad: "Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio; el que cierra sus labios es inteligente". (Proverbios 17:2)

Dios me ayude cada día a abrir mi boca con sabiduría.